Seguro has de tener un objetivo como el de mejorar tus notas, aprender una habilidad nueva como programar o tocar un instrumento musical, leer un libro o hacer ejercicio, pero no estás seguro por dónde empezar, así que terminas jugando videojuegos o viendo una serie que te enganche más que la montaña que ves frente a ti para alcanzar ese objetivo.
Esto suele pasar con tus grandes objetivos o incluso con las actividades cotidianas y es porque no ves lo que hay entre el pie de la montaña y la cima, y al pasar el tiempo quedas con la intranquilidad de no haber avanzado en ello, pero hay maneras de apartar las nubes y trazar la ruta que te llevará a lo alto. Aquí te digo cómo.
Ser productivo no ocupado
Empecemos por la importante diferencia entre ser alguien ocupado y ser alguien productivo. Somos productivos cuando le dedicamos el suficiente tiempo y esfuerzo a nuestras tareas para que el resultado que obtengamos de ellas sea de valor. No se trata de hacer la mayor cantidad de tareas en el menor tiempo posible sino de enfocarte en hacer cada tarea con calidad.
Ten en cuenta que dedicar muy poco tiempo a una tarea le suma poco valor y esto es mediocridad, pero si le dedicas demasiado tiempo su valor no cambia y estás desperdiciando tu tiempo, tu energía y a largo plazo tu salud. Debes llegar a un punto medio.
En cambio, ser alguien ocupado no es más que estar haciendo algo todo el tiempo, lo que no significa que estés cumpliendo objetivos significativos o creciendo personal o profesionalmente en tu quehacer. Aquí perdemos el enfoque.
Decidir cuáles tareas hacer y cuáles no
Primero descarga tu memoria en un papel haciendo una lista de todas las actividades que tienes pensado hacer. No importa si necesariamente tiene que ver con tu trabajo o tus estudios. Una vez tengas esa lista, hazte las siguientes preguntas:
● ¿Puedo borrar la tarea sin que tenga consecuencias significativas?
● ¿Esta tarea tiene algún retorno para mí?
● ¿Puedo delegar esa tarea a alguien más?
● ¿Puedo hacerlo inmediatamente en menos de 2 minutos?
Con las respuestas a las preguntas anteriores decides cuáles tareas vas a hacer y cuáles no, ponles una fecha límite, define a qué área de tu vida pertenece, si personal, laboral, familiar o la definición que gustes; y define cuánto tiempo crees que puede tomarte.
Get Things Done
Empieza el día con 15 minutos en el que organizas tu día. Esto te dará una visión bastante más clara de con cuánto tiempo cuentas y cómo lo puedes manejar.
Recuerda hacer pausas de vez en cuando. No eres una máquina y tanto tu cuerpo como tu mente y emociones se desgastan, así que tomate tu tiempo con mesura para reponerte y seguir en lo tuyo.
Es necesario saber cuándo cerrar una actividad. Recuerda llevarla al punto de eficacia en el que le dedicas tiempo y esfuerzo suficiente para que el resultado sea de calidad sin desgastarte. A demás escribe tus logros al finalizar el día o la semana, esto te ayuda a demostrarte de lo que eres capaz con evidencia tangible. Sé amable contigo mismo y recuerda ir a tu propio ritmo.
Evita
● Decir que sí a todo. Recuerda que tu tiempo es valioso y debes elegir bien en qué invertirlo. Decir que no de forma tranquila está bien, de hecho saber decir que no es un rasgo de asertividad.
● Trabajar de más. Recuerda que trabajar de más te desgasta mientras podrías concentrar tus esfuerzos en otras cosas urgentes o importantes y también necesitas descansar.
● Ponerte metas poco realistas. Al hacer esto el camino a la cima de la montaña se hace más difuso y complejo y como consecuencia trae frustración o inacción.
● Caer en distracciones. Las series, los videojuegos y las redes sociales parecen más atractivas que el esfuerzo que implica hacer esa actividad, sin embargo ten presente que la mejor manera de librarse de una tarea es haciéndola.
● Tener un espacio desordenado. Tener un espacio de trabajo bien ordenado tiene un efecto motivacional, pues se siente más un ambiente de trabajo y te permite tener la cabeza tan clara como ese lugar.
¡Motívate!
Tu productividad depende mucho de tu motivación, por eso es importante que te preguntes qué cosas te motivan en tu vida personal y qué cosas te motivan en tu vida profesional, luego piensa en cómo te motivas, es decir, qué es eso que haces que te sube los ánimos que puedes incluir en tu cotidianidad.
Sirve mucho tener un ritual que aumente tu energía de 0 a 100 haciendo cosas que te hagan feliz de manera instantánea, quizás escuchar un tipo de música o una canción en particular, hacer una rutina de ejercicio, o ver tu video motivacional favorito. Haz una lista de estas cosas que te motivan y úsalas para disfrutar aún más de tus quehaceres y de tu día a día.
Efecto emocional
Por último, la gestión de tu tiempo está estrechamente conectada con la gestión de tus emociones. Pregúntate cómo te sientes mientras estás haciendo tus actividades. Reconocer las emociones propias ayuda a encontrar la motivación y propósitos reales en lo que estás haciendo.
Como beneficio de ser una persona más organizada te liberas del estrés que tú mismo u otras personas te puedan producir, utilizando el tiempo de manera más productiva. El beneficio lo puedes ver en las tres C:
● Calma: ser organizado te permite tomar decisiones sobre las actividades que vas a realizar, sobre tu tiempo y tu actitud.
● Claridad: tener mayor claridad sobre tus metas y objetivos evita el sobrecogimiento que te lleva a la inacción.
● Conexión: conectarte con lo que estás haciendo evita las distracciones y te permite disfrutar más del camino que te lleva a los resultados.
Con todo lo dicho espero que te animes a tomar todas esas energías y potencial que tienes y las dirijas a trabajar por tus objetivos y tu crecimiento tanto personal como profesional. Tienes algo que ofrecer al mundo y sólo lo podrás hacer si trabajas en ello de forma organizada y con un propósito. La retribución emocional que viene con ello es el reconocer tu valor en lo que haces y el resultado que tiene en ti.
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